Tiempo y Forma II (Teoría)




Sabíamos:

No existe un ahora.
El principio de acción local es inviolable.
No aceptarlo implica negar la causalidad y entonces el universo es Uno, coherente (sin partes) e indivisible. Todo ha sido dado en un único punto sin dimensión.

Decimos:

El tiempo tiene una forma, no necesariamente una forma percibida, pero tiene una forma y a eso lo llamamos forma-tiempo.
Ahora tiempo, forma y forma-tiempo refieren a lo mismo.

Todo orden de sucesos es tiempo, es forma y hay más de una forma. A partir de eso, es posible desarrollar una geometría, un álgebra capaz de operar con el tiempo y un lenguaje formal capaz de crear tiempo en potencia.

Suceso es todo lo que se presenta, lo percibido, lo recordado, lo imaginado, las palabras, estas palabras, todo es suceso. La palabra “suceso”, es suceso, pero el suceso no es suceso, es dado, sucede.

Hay más de un suceso.

Un suceso atómico no tiene dimensión, no tiene comienzo ni final, no contiene nada, sucede. Por ejemplo: Lluvia, Claridad, Oscuridad, no son palabras, suceden.

Un suceso complejo tiene comienzo y final si bien su comienzo y final puede ser indefinido o desconocido. Si su comienzo es desconocido, no sabemos cuándo comenzó pero hubo un comienzo. Si su comienzo es indefinido no sabemos cuándo comenzó pero tampoco sabemos si hubo un comienzo. Puede haber sucesos donde su comienzo es conocido y su final indefinido.

Un suceso complejo puede contener sucesos pero también presentarse como suceso atómico.
El comienzo de un suceso es suceso. El final de un suceso es suceso.

Orden es una disposición favorable de sucesos, esto es, cómo está dispuesto un suceso respecto de otros sucesos y esa disposición resulta más favorable respecto de otros órdenes posibles. En nuestra percepción pensamos los sucesos en una disposición espacial (arriba, abajo, derecha, izquierda, adelante, atrás) y una disposición temporal (antes o después). Ordenamos así, pero no es la única forma de ordenar.

Un orden de sucesos es suceso.

Un orden de sucesos ¿sucede?, ¿o el orden sucede luego que los sucesos que ordena han sucedido?. Si sucede, orden y los sucesos que ordena refieren a lo mismo, de lo contrario existen sucesos, luego un suceso orden y luego un orden de sucesos.

Un orden de sucesos es forma o crea una forma. Si es forma, forma y orden refieren a lo mismo, si un orden de sucesos crea una forma, primero los sucesos suceden, luego sucede un orden, luego sucede la forma. Ordenamos en el lenguaje, pero el orden sucede antes del lenguaje.

Hay más de una forma de ordenar, luego hay más de una forma.
La forma es suceso.

Existe algo ahí afuera, luego:

El afuera está ordenado y nosotros lo ordenamos de la misma forma
El afuera no está ordenado pero nosotros lo ordenamos
El afuera está ordenado pero nosotros lo ordenamos de otra forma

Pero el afuera no es lo que nuestra limitada capacidad perceptiva percibe. Un insecto, una planta y hasta una piedra también perciben algo, pero su percepción es muy diferente a la nuestra y cada uno ordena de acuerdo a lo que le resulta más favorable. Lo más favorable es primero: Ser y seguir siendo en la forma. Cabría preguntarse por qué sucede esto, ¿por qué todo aquello que es, se esfuerza por seguir siendo?.

Llamemos a la forma percibida forma-material, toda forma es un orden de sucesos y toda forma percibida es porque está ordenada. Si está ordenada es forma, es tiempo y es suceso. Nunca hay caos, todo lo percibido, recordado o imaginado, siempre se presenta ordenado.

¿Qué hace que una forma-material suceda? Sucede porque está ordenada, de lo contrario no sucedería nada, no percibiríamos nada, no habría forma.

¿Qué hace que una forma-material permanezca? lo que permanece no es la forma, lo que permanece es un orden de sucesos.

Toda forma tiene un límite o frontera, más allá de ese límite, la forma cesa. ¿Qué hay más allá de su límite? otra forma. Sin embargo, el límite de una forma puede ser indefinido o desconocido. La forma árbol, mar, cielo, nube, son todas formas donde su límite es indefinido.

Pensemos en un hombre arrojado al mundo al que le es dado una única forma y un conjunto de otras formas (piezas) que son partes de la forma que debe ordenarlas para llegar a la forma. Esto tiene un problema: Debe existir una primera forma. Así como hemos sido dotados de memoria, imaginación, un cuerpo; bien podríamos haber sido dotados con esa primera forma, el griego aceptaría esto.

El segundo problema es saber si la forma primera tiene un límite (frontera) o no lo tiene, si no lo tiene, nuestro orden tiene un comienzo pero no tiene final, las piezas a ordenar son numerables o innumerables, no necesariamente infinitas.

Supongamos que no hay una forma primera, tenemos las piezas pero no tenemos un referente, esto es, la forma a la que queremos llegar. Aún así podríamos intentar un orden porque cada pieza tiene una forma que parece ser continuación de otra forma. En este caso, el orden de las piezas son las que van construyendo la forma primera sin llegar nunca a saber cuál es la forma primera.

Si hay un afuera y en ese afuera estuvieran dados todos los sucesos y órdenes posibles, lo que creemos ordenar ya está ordenado.

Nada obliga al límite de una forma estar en tres dimensiones. Cuando se afirma que la naturaleza está plagada de simetrías, tal vez la naturaleza no sepa nada de simetrías, es nuestra percepción de un orden el que crea esa ilusión.

La forma es un orden de sucesos, es tiempo y sucede, bien podría contener sucesos que no percibimos. Esos sucesos están en la forma o bien son parte de la forma. Si están en la forma, pueden dejar de suceder sin que nada suceda, pero si son parte de la forma, algo sucede.

Cuando un suceso complejo sucede, puede ordenarse dentro del orden de una forma dada o bien, solo algunos sucesos pueden ordenarse mientras que otros no es posible ordenados bajo esa forma. En ese caso, los sucesos que no pueden ordenarse pasan a otra forma o crean una nueva forma, o bien, la forma debe deformarse para poder quedar ordenados en la forma.

En nuestra percepción dos formas son adyacentes cuando todo o parte de su límite es también límite de otra forma o la misma forma. El límite donde convergen ambas formas no está ni en una forma ni en la otra.

En nuestra percepción, una forma está superpuesta a otra cuando su límite o parte de su límite traspasa el límite de otra forma, en dos dimensiones no hay superposición, en tres dimensiones, dos formas superpuestas parte de la forma sigue estando oculta bajo otra forma. Si toda forma es tiempo, hay superposición de tiempos.

En una forma-material participan todos los sucesos que percibimos, en la forma-tiempo, participan todos los sucesos, percibidos y no percibidos.

Todo lo dado es tiempo y está en más de un tiempo.
El espacio es construcción del tiempo.

El lenguaje natural es un órden de símbolos (sucesos), es forma, es tiempo, el lenguaje puede ordenar, puede reducir, puede volver a ordenar los sucesos de esa reducción, pero también puede crear tiempo.

Un lenguaje formal es un metalenguaje que establece un orden de sucesos, declara cuáles sucesos deben suceder, otros que no deben suceder, otros que pueden o no suceder y cuando todo eso sucede, sucede el tiempo. Un lenguaje formal puede definir un suceso que sucede en el lenguaje formal.

Cuando pensamos en memoria o imaginación estamos pensando en facultades de la mente que nos fueron dadas sin cuestionarnos por qué nos fueron dadas. Tal vez no exista nada de eso, tal vez tal vez todos los sucesos han sido dados y sólo existe un orden de sucesos (forma) que se acercan, alejan o aparecen superpuestos. El pasado no es aquello inmutable que ha sucedido, el futuro no es aquello que no sucedió. Pasado y futuro están sucediendo.

Cambio y movimiento es un orden de sucesos

El cine es donde mejor se pone de manifiesto la forma-tiempo.
Nuestro guion tiene como propósito estas ideas.

Tres días con sus noches que para el espectador son un solo día. El primer día, alguien recuerda sucesos que no sucedieron pero van a suceder. El segundo día alguien recuerda el primer día pero los ordena de otra forma.
El primer día llueve, el segundo día no llueve, en el tercero llueve. En el segundo día alguien recuerda una lluvia que no está ni en el primer día ni en el último.
En la primera noche alguien camina esperando llegar al museo. La tercera noche alguien está en una casa que se parece a un museo mirando a través de la ventana caer la lluvia de la primera noche.

El espectador no notará ninguna contradicción ni en el orden de las escenas ni el orden de las tomas, solo unos pocos espectadores descubrirán que existen órdenes superpuestos.