El Caso VIII
La forma del tiempo


De ninguna manera pretendo ofrecer este análisis como el definitivo: no puede ser nuestra tarea aquí resolver el más difícil de todos los problemas fenomenológicos, el problema del análisis del tiempo. Lo que me importa es sólo correr un poco el velo de este mundo de la conciencia del tiempo, tan rico en misterio que hasta ahora había estado oculto para nosotros. (Hua X, p. 276)

Edmund Husserl

Vamos a intentar separar lo que es facultad de la mente de lo que es facultad del lenguaje. Esto presenta un problema ya que vamos a intentar enumerar las facultades de la mente; lo que existe antes del lenguaje, usando el lenguaje.

Cuando esto fue propuesto en los inicios de Aleph, objetaron que intentar llegar a las facultades de la mente usando el lenguaje, el propio enunciado contenía una contradicción.

Hubo tres respuestas a esto:

La primera: No es posible acceder a las facultades de la mente usando el lenguaje, cualquier cosa que se diga; deforma, limita o sustituye falsamente las facultades de la mente.

La segunda: Si bien no es posible llegar a las facultades de la mente usando el lenguaje, puede decirse algo, aunque ese algo que se dice resulte solo una aproximación a las facultades de la mente.

La última fue enunciada en 1927 por la matemática Emmy Noether por sugerencia del topólogo ruso Pavel Alexandrov y es la que hoy Aleph toma como definitiva:

Las facultades de la mente no son independientes; unas y otras están imbricadas formando una estructura y esa estructura es la misma estructura que sigue el lenguaje y que es a la vez la que permite el lenguaje; por tanto, la facultad del lenguaje y la facultad de la mente están en una relación biunívoca, el lenguaje puede describir exactamente las facultades de la mente.

Comencemos enumerando algunas de las facultades de la mente, vamos a enumerar solo las que son relevantes en este estudio y todas pueden ser refutadas:

El afuera. Existe algo por afuera de la mente.
Lo múltiple. El afuera no es una sola cosa.
Lo semejante. Algo puede ser semejante a algo en su forma, función o estructura.
El cambio. Algo se modifica en ese algo, pero sigue siendo ese algo.
El recuerdo. Representación de algo que estuvo presente.
La imaginación. Representación de algo que no estuvo ni está presente.
La reducción. De todo, es posible tomar una parte y esa parte representa el todo.
La abstracción. Algo puesto en representación de otro algo sin obligación de semejanza.

Enumeremos ahora las facultades del lenguaje hablado o escrito, solo las relevantes en este estudio.

La comunicación. Algo puede ser comunicado a través de signos.
El sentido. Los signos refieren algo de algo para alguien.
La interpretación. Los signos pueden volver a restaurar aquello a que los signos refieren.
El orden. Lo signos no se dan de una vez y al mismo tiempo, un signo es anterior o posterior a otro signo y no hay primero ni último signo.
La verdad. Orden de clausura.


Toda historia, discurso, relato o tratado de lógica; todo lo que dice algo de algo es facultad del lenguaje.

A veces resulta difícil saber si algo es facultad de la mente o del lenguaje. Conjunto, número, infinito; la duda que en el lenguaje se manifiesta en forma de pregunta ¿son facultades de la mente?; aun así, ¿podríamos haber llegado a ellas sin la facultad del lenguaje?

En algún momento la facultad del lenguaje dio lugar a la pregunta y proyectó esa pregunta hacia afuera y hacia adentro de uno: ¿quién soy?, ¿hubo un principio?, ¿cómo debo obrar? Todas estas preguntas dadas en el lenguaje serían un sinsentido si no hubiera otra facultad capaz de interpretarlas por afuera del lenguaje. Esa facultad, es la facultad del espíritu.

La ética, el mal, lo bello, lo bueno, cierta poesía, surgen a partir de esta facultad. Podríamos preguntarnos si la facultad del espíritu es primero creada por el lenguaje y luego lo trasciende.

Pero entonces cabría preguntarse si otras oraciones sintácticamente bien construidas en el lenguaje y que parecen un sinsentido, en realidad son la expresión de facultades de la mente que desconocemos.

La abstracción en la facultad de la mente permite sustituir algo por otra cosa donde esa otra cosa puede pensarse exactamente igual a lo que sustituye.

La abstracción en la facultad del lenguaje no opera de esta forma, la abstracción en el lenguaje opera como una serie de aproximaciones, por tanto, existe una jerarquía que va desde el nivel de abstracción más alto hacia aquello que pensamos como realidad.

Si digo: Hay algo en la plaza Balcarce; ese algo está en un alto grado de abstracción; aun así, dice algo: el lugar donde ese algo está. El lugar puede ser contingente, está ahí, pero no está obligado a estar ahí.

Si digo: Ese algo es un árbol. Estamos en otro nivel de abstracción. Ahora puedo intuir su forma o función aún sin saber cuál es su forma o función.

Si no digo; muestro una imagen de ese árbol, estamos en otro nivel de abstracción, ahora la forma se vuelve visible. Esa imagen, ¿es una imagen que está por afuera del lenguaje? o la imagen que veo está construida por el lenguaje.

Si camino hasta la plaza y me acerco al árbol, ahora puedo ver el árbol y puedo tocarlo. El árbol se vuelve real, pero esa realidad sigue siendo una abstracción; el nivel mínimo de abstracción al que podemos llegar. Sigue siendo abstracción porque no nos es dado ver todo el árbol, no nos es dado tocar todo el árbol; aunque el principio de reducción (facultad de la mente) nos permita pensar que ocurre de esa forma.
Sin embargo, este nivel de abstracción se diferencia de los otros niveles; ahora puedo operar sobre el árbol; puedo arrancar una hoja del árbol o puedo talarlo.

Una particularidad del lenguaje que no debe soslayarse es que el lenguaje pude definirse en el propio lenguaje. Una definición podría ser: Repertorio de símbolos ordenados regidos por una gramática (solo ciertas combinaciones de símbolos están permitidas) que representan algo. Esa serie de símbolos puede ser interpretada, su interpretación restituye parcial o totalmente aquello que los símbolos refieren.

Ahora si quisiéramos definir qué es una imagen usando el lenguaje encontraríamos ciertas dificultades.
Podríamos decir: Una imagen es algo que se presenta de una vez y al mismo tiempo, no requiere como el lenguaje de un proceso de lectura e interpretación. Pero esto es una afirmación, no una definición de lo que una imagen es; y como toda afirmación dada en el lenguaje, puede ser falsa.

Veamos esta imagen:



Usando el lenguaje podríamos decir de esta imagen: Hay una cadena montañosa con nieve en algunas partes, hay un cielo con nubes, hay una cadena de árboles y más cerca, una pradera de hojas verdes. También podríamos suponer cosas que no están en la imagen: podríamos suponer que es verano y que en invierno todo lo que vemos quedará cubierto por la nieve.

Pero eso no es la imagen, es una interpretación de la imagen, ¿vemos una imagen o leemos e interpretamos una imagen?

Supongamos ahora que vemos esto:



Nada ha sido agregado o suprimido de la imagen anterior, sin embargo, sabemos que hay algo que no encaja porque ha sido alterada su composición, su orden espacial interno. La imagen existe, es posible, pero nuestra mente en una primera impresión la rechaza porque jamás ha visto una imagen ordenada de esta forma. Ese rechazo, ¿proviene de la imagen o del lenguaje?, daría la impresión, que el rechazo proviene de la imagen: falta de continuidad en las formas, saltos cromáticos, etc.

La imagen actúa por semejanzas y diferencias respecto de aquello conocido no por el lenguaje sino por otras imágenes. La imagen como imagen no es posible interpretarla. La interpretación se da en el lenguaje, no en la imagen; en este caso, podemos restaurar la imagen interpretando: La parte central de esta imagen ha sido invertida como si estuviera reflejada en un espejo.

Si la imagen actúa por semejanzas y diferencias no se da a un tiempo, la imagen se va formando en un proceso continuo de construcción. Uno construye la imagen; de esta forma, quien ve por primera vez, lo que ve no es semejante a nada, vería algo difuso, algo más parecido a esto:



Luego, lentamente, iría separando las formas y construyendo un orden espacial interno. Este proceso de construcción requiere al menos de tres facultades de la mente: el recuerdo, la semejanza y la reducción.

Recuerdo haber escuchado que cuando los conquistadores españoles llegaron a las costas de México, los aztecas no vieron las carabelas, porque era algo que nunca habían visto, de la misma forma les llevó tiempo entender que un hombre montando en un caballo era un hombre montado en un caballo y no un solo animal de dos cabezas.

Agreguemos a esto que la imagen presentada es estática, si fuera dinámica habría que contemplar el movimiento y el cambio. Las nubes cambian de lugar y de forma, la tarde declina, las sombras proyectadas desaparecen, el viento agita las ramas de los árboles. Es decir, resulta extremadamente complejo definir en el lenguaje qué es y cómo se forma una imagen.

Si les pidiera que traten de ver en la primera imagen algo abstracto como lo vería alguien despojado del lenguaje, sería muy difícil lograrlo; seguirían viendo montaña, nieve, cielo y árboles. No le resulta fácil a la mente suprimir aquello que ha instaurado el lenguaje.

El problema no es la interpretación dada en el lenguaje, es la forma en que el lenguaje fuerza la interpretación; el lenguaje obliga un nombre, obliga una composición y obliga un orden de lectura.

El lenguaje Aleph, es un lenguaje formal que permite la creación del mundo. Un lenguaje formal es un lenguaje cuya gramática e intérprete están completamente definidos, no existe ninguna ambigüedad en un lenguaje formal. A pesar de estar completamente definido; puede cambiar, puede cambiar la gramática y su intérprete y ese cambio puede realizarse dentro del propio lenguaje formal.

Un objeto creado por el lenguaje Aleph tiene la misma capacidad que un objeto en el mundo real; lo que pensamos como real. En presencia del objeto, podemos operar sobre él.

Permítanme ilustrar esto: Si estoy en presencia de un libro en el mundo real, puedo tomarlo y abrirlo en una página. En Aleph también puedo tomarlo y abrirlo en una página; pero también, el propio libro puede decidir abrirse en una página o negarse a ser leído.

Dos libros iguales de una misma edición pueden implementar gramáticas e intérpretes diferentes; pero también, el propio libro puede cambiar su gramática, su intérprete o ambas cosas. Para no confundir, gramática e intérprete del libro no cambia el contenido del libro, lo que define es aquello que uno o el propio libro puede hacer siempre que esté dado en su naturaleza; un libro no puede moverse por sí mismo, necesita de algo o alguien que lo mueva.

En Aleph todo es clase, en este sentido la palabra “clase” es el más alto grado de abstracción de todo lo que existe en Aleph.

Veamos un ejemplo de cómo se vería una clase escrita en lenguaje formal Aleph



Comienza enumerando la lista de arquitectos que han creado la clase. Declara la gramática e intérprete que debe usar Aleph para esta clase. Luego aparece la palabra clase que se declara abstracta y que deriva de otra clase también abstracta que tiene un nombre: Contenedor.

Ahora estamos en otro nivel de abstracción, sabemos que la clase puede contener algo y como todo en Aleph es clase, lo que puede contener es también una clase.
Las líneas en verde son líneas comentativas en lenguaje natural para alguien que lee e interpreta la clase; el intérprete Aleph de la clase no las interpreta, las ignora.

Los nombres en el lenguaje permiten referir algo o señalar algo. Hay muchas formas de referir o señalar algo que no requieren de un nombre; puedo señalar con el dedo si es ese algo está dado en una dirección; puedo referir algo sin usar un nombre si ese algo está ordenado (el primero, el que sigue al primero, el último) o si podemos ubicarlo espacialmente (el de más arriba). También podemos referir algo usando una característica distintiva de ese algo (el de color rojo, el más pequeño).

Volvamos a la imagen de la clase, la letra N aparece varias veces declarada, ¿qué es N?; N es un nombre, pero es un nombre abstracto, no es ningún nombre en particular, lo que dice es que ese nombre debe ser nombrado y agrega las características que debe tener.

N++ Nombre público único en Aleph.
N+ Nombre público único dentro de la clase que refiere a algo dentro de la clase.
&N Nombre privado que refiere a algo por afuera de la clase.

Esta clase contiene solo dos verbos, el primero permite poner algo en el contenedor; el segundo, extraer algo del contenedor.

Por ahora eso nos basta para entender el funcionamiento básico de la clase; pero para entender cómo estas operaciones y el resto de las declaraciones son interpretadas por Aleph, debemos leer e interpretar al intérprete de esta clase. El intérprete está escrito siguiendo otra gramática del lenguaje formal Aleph.

En el final de la clase declaramos que todos los sucesos que impliquen un cambio en la clase sean notificados a todos. ¿Quiénes son todos?, en principio los arquitectos, pero también puede haber otras clases o la misma clase que pidan ser notificadas de este cambio.

Si una clase pone algo en el contenedor, lo notifica.
Si una clase saca algo del contenedor, lo notifica.
Si una clase realiza cambios en la propia clase, lo notifica.
Si un arquitecto o la propia clase borra las líneas que declaran la notificación, primero notifica y luego las borra.

Así como está escrita la clase, no especifica qué clases o cuántas clases puede contener. Si yo quisiera que esta clase fuera una caja, no es contradictorio, ya que una caja es también un contenedor.
Pero no hay nada leyendo la clase que me permita saber que es una caja. ¿Cómo saber entonces que se trata de una caja? Porque una mesa también es un contenedor (puedo apoyar algo), una pared también es un contenedor (puedo colgar algo), esta misma sala es también un contenedor.

Una forma de hacerlo es darle un nombre a toda la clase y nombrarla: caja.
En el mundo real, primero percibimos algo y luego le asociamos un nombre; aquí primero leemos un nombre, interpretamos y luego percibimos.

Esta caja está en un nivel de abstracción menor a la del contenedor, pero sigue siendo una caja abstracta. No disponemos de nada que nos permita formarnos una idea de su forma o tamaño.

Cuando esta clase se registra en Aleph, Aleph transforma la clase en objeto y si no hay ninguna indicación del lugar que debe ocupar, la ubica en el mismo lugar que ocupa quien la ha registrado; en este caso, dentro de esta sala.
Ahora, quien entra en esta sala en el mundo real ve una caja y muchas otras cosas; si esa misma persona entra en esta sala en Aleph, ve una clase, luego lee e interpreta: hay una sola clase que es una caja.

Esta caja en Aleph puede contener cualquier cosa (clase). Supongamos que yo pongo en la caja un papel (clase); un papel donde está escrita la misma clase que crea la caja y le pido a Aleph que lea e interprete lo escrito en el papel.

Lo que va a ocurrir es que ahora Aleph va a crear otra caja y la va a poner dentro de la caja; ahora tenemos dos cajas exactamente iguales, la caja recién creada está vacía, la otra contiene una caja exactamente igual a sí misma y un papel. Si bien esto no parece posible en el mundo real, es posible en Aleph. Cuando creamos objetos usando el lenguaje, estos fenómenos pueden ocurrir.

A la clase caja le suceden cosas; entra algo, sale algo, es leída, es modificada, etc. Todos esos sucesos propios de la clase pueden ser notificados. Pero también, la caja puede pedir ser notificada de sucesos externos a su clase, por ejemplo, notificar el comienzo de la primavera; si eso sucede, la caja podría decidir por sí misma desprenderse de algunas o todas las clases que contiene o bien agregar nuevos verbos (acciones) a la clase.
Hay que tener en cuenta que quien pueda notificarle a la caja algo así debe conocer el lugar que ocupa la caja.

Nos dirigimos ahora hacia algo más complejo; considerar el tiempo en el lenguaje Aleph. Si todo en Aleph es clase, el tiempo también es una clase.
Si una clase puede crear otra clase, el tiempo puede crear tiempo.
Si la clase tiempo escrita se convierte en objeto; el tiempo no es diferente a una mesa, una pared o una caja en Aleph.

La historia nos enseña que cuando uno piensa en el tiempo es mejor tomar algunos recaudos. Boltzmann dedicó su vida a intentar demostrar que el tiempo es irreversible y avanza en una única dirección; se preguntó: ¿por qué vemos que un jarrón que cae al piso desde una mesa se rompe en pedazos y nunca vemos que esos pedazos salten del piso y vuelvan a la mesa en forma de jarrón?
Su obra sobre la entropía no era aceptada como concluyente, es más, nadie entendía completamente sus teorías y en eso luchaba contra gigantes de la talla de Poincaré, Ostwald y hasta su compatriota Mach que no aceptaban la teoría del atomismo.
Deprimido, enfermo y casi ciego suspendió sus estudios y viajó a Duino, un pequeño pueblo del Adriático para descansar y aclarar sus ideas.
Un día antes de regresar a Viena, tomó una cuerda, la ató a los barrotes de la ventana y consumó su último acto irreversible.
Paul Ehrenfest que continuó su trabajo lo persiguió la misma suerte.

Pensemos en un primer hombre arrojado al mundo e intentemos imaginar de qué forma comienza a percibir el tiempo. Si antes nos preguntábamos si era posible llegar a las facultades de la mente (lo que existe antes del lenguaje) usando el lenguaje, ahora nos preguntamos si es posible llegar al tiempo usando el lenguaje; porque lenguaje y tiempo parecen indisolubles y solo entran en conflicto cuando el lenguaje intenta salirse del tiempo para definirlo y cuanto más parece acercarse a una definición, más se aleja.

Un hombre arrojado al mundo no percibe el tiempo, percibe cosas que ocurren, a esas cosas vamos a llamarlas sucesos. Por ejemplo, un suceso es: Llueve. También percibe que si consigue refugiarse de la lluvia no suprime el suceso, pero el suceso deja de suceder para él.

En algún momento percibe que un suceso se repite; la repetición no ha sido enumerada como una facultad de la mente, pero es posible que la mente logre llegar a eso a través del recuerdo, el cambio y la semejanza, si fuera así, las facultades de la mente pueden crear nuevas facultades, expandirlas o transformarlas; es ahí cuando el lenguaje vacila.

Para percibir que un suceso se repite, debe poder reconocer el principio y final del suceso, el final es percibido como la restauración de algo que fue perturbado, el recuerdo de lo que hubo antes vuelve a ser semejante a lo que hay ahora; si no fuera así, un suceso podría comenzar, pero nunca terminar; el nuevo suceso podría ser semejante al comienzo de un suceso pasado, pero sin final no habría repetición, todo estaría comenzando.

Si un suceso tiene comienzo y final, podemos descomponer el suceso en tres sucesos, el comienzo del suceso, lo que sucede y el fin del suceso. Pero lo que sucede también cambia y el comienzo y final en el caso de una lluvia o una flor que florece es impreciso y sumamente irregular.

Sin embargo, existe un suceso que sí es regular; sin él, es probable que nada de lo anterior hubiera sido posible: El crepúsculo; claridad y oscuridad se repiten.

Con el comienzo y fin de un suceso aparece otra propiedad asociada al suceso que es su duración. Mucho antes de la clepsidra o el reloj de arena, la única forma de intuir la duración de un suceso es observar que hay sucesos que se dan dentro de otros sucesos, el crepúsculo contiene el grito de un pájaro.

Y si pensamos que hay otro suceso que contiene el crepúsculo y otro más que a su vez lo contiene, a ese último suceso que los contiene a todos lo llamamos tiempo. El tiempo también es suceso, debe o puede tener principio y final.

Puede ocurrir que la lluvia, la hoja de un árbol que cae, el grito de un pájaro, sean sucesos observables a un tiempo. Cabe preguntarse por qué la mente los separa y no los percibe como un solo suceso. Tal vez, en los inicios, la condición de ser suceso sea que se repita varias veces, los sucesos simples se repiten: la lluvia se repite, las hojas caen de los árboles y los pájaros gritan; pero todo eso percibido al mismo tiempo, se repite muy pocas veces o tal vez no se repita nunca.

En Aleph definimos la clase tiempo como clase contenedora de sucesos que además revela en qué orden ocurrieron. El tiempo puede contener tiempo porque la creación del tiempo también es suceso.

Cuando una clase crea una clase tiempo, su comienzo y final puede expresarse de muchas formas.
El comienzo y final de la clase tiempo puede estar indefinido, ser desconocido, ser relativo o absoluto en un calendario, fijarse bajo un suceso. El final también puede estar dado por la cantidad máxima de sucesos que puede contener la clase tiempo.
Cuando el tiempo alcanza su final, ya no hay forma que la clase tiempo registre nuevos sucesos; su tiempo se ha acabado; pero esto no hace desaparecer la clase tiempo.

En el ejemplo anterior la clase “caja” necesita un tiempo para enviar sucesos y otra o la misma clase tiempo para recibir sucesos.
La clase tiempo creada por la clase caja podría contener estos sucesos:

Time: [s1, s2, s3, s4]

En este caso, los sucesos carecen de duración, no tienen comienzo ni final.

s1: entra algo en la caja (suceso enviado por la caja)
s2: sale algo de la caja (suceso enviado por la caja)
s3: la clase fue modificada (suceso enviado por la caja)
s4: Es primavera (suceso recibido de otra clase)

Sucesos con comienzo y final:

Time: [[s1, [s2, s1], s2]]

[s1: comienzo del suceso s1
[s2: comienzo del suceso s2
s1]: final del suceso s1
s2]: final del suceso s2

Si la clase “caja” quiere recibir un suceso de otra clase, por ejemplo, de una clase “libro”, en ese caso, el suceso en la clase tiempo del libro llega también a la clase tiempo de la clase “caja”.

A la clase “caja”, puedo pedirle que muestre su contenido, pero ese “mostrar” llega a la caja en forma de suceso; si la clase “caja” agotó su tiempo, no mostraría nada, porque ese suceso ya no encuentra un tiempo donde manifestarse.

Si pido mostrar la gramática de la clase, podría ocurrir que ese suceso modifique la gramática y por tanto no estaríamos viendo la gramática existente antes de ser vista.

Hasta ahora pensamos la clase tiempo como una línea vacía donde las clases van registrando el orden de sucesos de su clase u otras clases. Pero es posible crear una clase tiempo donde se especifique qué sucesos deben ocurrir; cuando el tiempo satisface la condición pone ese suceso en su clase tiempo o en otra clase tiempo.

Time: [+s1, *s2, +s3]

La case tiempo pone sucesos que aún no sucedieron; dice que los sucesos s1 y s3 deben suceder en ese orden, el suceso s2 puede o no suceder. La expresión ha sido simplificada, cada suceso debe especificar la clase que lo genera y la clase tiempo a la cual notificar cuando todos los sucesos han sucedido.

Time: {+s1, *s2, +s3}

La clase tiempo no obliga a un orden, dice que puede suceder s1 y s3 o bien s3 y luego s1.

Time: {-s1, *s2, +s3]}

La clase tiempo pide que s1 de una clase no suceda, sino que haya sucedido.

La clase tiempo especifica qué sucesos de qué clases deben suceder, pero también puede especificar que suceda cualquier suceso de una clase, en este caso ese suceso es abstracto; no sabemos qué sucedió, pero sucedió algo.

La clase “caja” requiere de otra clase tiempo para registrar sus sucesos, hay otras clases donde el verbo (acción) crea ella misma su tiempo y le da inicio. Un reloj de arena cada vez que se invierte crea tiempo, una vela de cera que se enciende crea tiempo por única vez.

En el mundo real podemos encontrar objetos como árboles, mesas o cajas; en Aleph también podemos encontrar árboles, mesas o cajas, pero también podemos encontrar tiempo. Podríamos encontrar un tiempo donde algunos sucesos ocurrieron y otros esperan ocurrir; podríamos tomar la clase tiempo y moverla, en ese movimiento, tal vez, sucesos que no podían suceder suceden y otros que podrían suceder no sucedan nunca.

La clase tiempo tiene asociados un conjunto de verbos o acciones que aplican sobre el tiempo, mencionaré algunos:

El tiempo puede contraerse o expandirse.
El tiempo puede cambiar de dirección.
El tiempo puede volverse discreto o continuo.
El tiempo puede bifurcarse.

Podemos encontrar una analogía del tiempo discreto en la proyección de una película; en un corte directo a otra escena la película cancela una cantidad de sucesos; eso no significa que los sucesos no ocurrieron, debieron ocurrir de alguna forma, pero no sabemos de qué forma ocurrieron; esos sucesos no llegan a la clase tiempo.

Cuando el tiempo se bifurca y aparecen nuevos sucesos, el tiempo debe decidir cuál de los dos caminos tomar para registrar el suceso; uno, otro o ambos.

Ciertas relaciones entre clases tiempo pueden dar lugar a que un suceso salte de una clase tiempo a otra.

Estamos acostumbrados a interpretar el tiempo como una recta horizontal donde fijado un punto, lo que está a izquierda ocurrió antes y lo que está a derecha ocurrió después.
Pensemos ahora que el tiempo no es una línea recta sino una curva según se ve en la siguiente imagen:



El tiempo t1 sigue la espiral de Fibonacci.
Para el tiempo t1 que prescinde de la forma, los sucesos ocurren en este orden:

[s1] [s1, s2] [s1, s2, s3] [s1, s2, s3, s4] [s1, s2, s3, s4, s5]

Cuando un suceso llega a la clase tiempo t1, eso también crea un suceso que le permite a la clase tiempo t1 proyectar ese suceso sobre la clase tiempo t2 que sí es una recta horizontal. Para la clase tiempo t2, los sucesos ocurren en este orden:

[s1] [s2, s1] [s3, s2, s1] [s3, s2, s1 && s4] [s3 && s5, s2, s1 && s4]

Para la clase tiempo t2, s3 y s5 ocurrieron al mismo tiempo y antes del suceso s2, lo mismo para s1 y s4 que ocurren simultáneamente luego del suceso s2.

Podemos imaginar diferentes formas del tiempo. Si la espiral de Fibonacci comenzara a rotar; no en el plano, sino en el espacio, esa rotación en algún momento se convertiría en una línea recta vertical donde todos los sucesos estarían ocurriendo al mismo tiempo; a eso lo llamamos: el estado Aleph del tiempo.

Antes tratábamos de imaginar la forma real de la clase leyendo e interpretando su escritura, su gramática y su intérprete, ahora también podemos tratar de llegar a una forma de la clase interpretando el comportamiento de la clase cuando los sucesos de las clases tiempo le llegan.

Según lo expuesto, no existe un tiempo absoluto escindido de las clases, son las clases las que crean tiempo para manifestar su cambio y existen múltiples y diferentes clases de tiempo; luego, es posible desarrollar una topología del tiempo.
Lo que sucedió se proyecta en el presente, pero existen formas de clases tiempo capaces de agregar sucesos al pasado y hay otras formas, donde sucesos de las clases tiempo saltan del pasado y se proyectan al futuro.

Por definición, relaciones entre clases Aleph también son clases, relaciones de confianza, de cercanía, de semejanza, de amistad; pueden ser creadas.
Pueden existir relaciones entre dos clases, entre una clase y otra relación (también clase) o entre dos relaciones; pero a diferencia de las clases, las relaciones son inestables; aparecen, desaparecen o se transforman sin afectar la clase.

Lo que sigue, hasta el momento no es aceptado por Aleph:

Es posible definir el espacio como un orden de relaciones de tiempo; todo lo que percibimos como un estar ahí, puede ser transformado en relaciones de tiempo.

Pensemos la relación no como algo que conecta o comparte una clase con otra sino como una fuerza que las mantiene unidas, las separa, las acerca o aleja, pero también a partes de una clase; entonces, el cambio y transformación de una clase ya no está solo dado en el lenguaje formal de la clase sino en las relaciones entre clases o partes de una clase.

En este sentido, deberíamos interpretar una clase interpretando el sistema de relaciones que en algún momento hace posible la clase y en algún otro momento la transforma.

Punto.

Todo lo anterior está contenido en el lenguaje. Juzguen ustedes cuanta verdad y cuanta mentira ha sido dicha.

Hoy, la física experimental está empeñada en descubrir “la partícula de Dios”, marquesina colgada en el friso de un gran teatro clásico destinada a que aprueben los enormes recursos del Estado que requieren sus colisionadores de partículas.

La física teórica ha desarrollado sofisticados modelos matemáticos para sostenerla; al final del espectáculo no es posible saber si son científicos diciendo algo o actores actuando de científicos representando algo. Es probable que terminen enredados en su teoría de cuerdas o hagan uso de la única cuerda que sostuvo a Boltzmann.

Todos, no importa quienes, deben resolver primero el problema del lenguaje; para eso basta abrir una caja que contenga un papel y un lápiz. Hasta no resolver eso, ningún problema será resuelto.