Comienzo

De todos los comienzos posibles, ensayemos este:

En el principio creó Dios los cielos y la tierra.

Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.

Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.
Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.



Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.

El problema aquí es que Dios se nos presenta como un Dios tímido, inseguro, una suerte de alquimista o aprendiz de brujo. “Dios vio que la luz era buena” Si antes de la creación Dios está obligado a crear para ver si lo creado es bueno, entonces la duda es anterior a la creación.
Si Dios reposó el séptimo día entonces Dios también se cansa.

Dios no creó, Dios narró.

Claro que esto presenta otro problema porque toda narración narra sobre lo ya creado y por tanto Dios pudo nombrar u ordenar, pero no crear.
Leibniz al margen de su “Ensayo de Teodicea acerca de la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal” resuelve la antinomia. Dios narró, pero a medida que narraba creaba, creaba aquello que era narrado y la narración misma.

Aleph vuelve a crear lo ya creado a través del lenguaje, lo creado ahora se revela no por un sentido que al hombre le es propio desde su inicio, el sentido de la vista o del tacto, sino a partir de un sentido igual de falible, el sentido de la interpretación.

Pero un hombre frente a un espejo no interpreta un espejo, en Aleph interpreta y recién entonces crea un espejo. Esta creación es a priori, la experiencia recordada e interpretada desciende sobre lo ahora creado.

Si lo creado es pura interpretación la realidad se vuelve difusa.

El puñal de Macbeth, Macbeth, Un libro que lleva por título Macbeth, Shakespeare o Shakespeare creado a través de la lectura de una biografía, todas son formas leídas e interpretadas.

Aleph no creó un mundo, creó un lenguaje que permite la creación de un mundo.

Lo visible o invisible en Aleph creado a partir del lenguaje no tienen relación directa en cuanto a su forma en el mundo real, tampoco tiene relación con su significado, es la narración la que proyecta esas formas o fórmulas.
Si en un cielo vemos formas en nubes o constelaciones, en Aleph leemos formas.
La forma es una forma lógica, pero no la única, existe también la forma de la fe.

En Aleph todo lo que existe puede escribirse en lenguaje formal Aleph y lo escrito comienza con la palabra “class”.

class
{
}

Dentro de la clase existe otra palabra que permite a la clase referirse a sí misma:

me

Hasta aquí existen dos palabras, la primera que refiere a algo para un intérprete por afuera de la clase, la segunda que emplea la clase para referirse a sí misma.

Existen dos constantes universales en el lenguaje Aleph, esas constantes son: desconocido (“unknown”) e indefinido (“undefined”)

Si pregunto cuándo comenzó una clase la respuesta podría ser: “unknown”. Esto nos dice que hubo un comienzo, pero no sabemos cuándo comenzó. Si la respuesta fuera “undefined” no sabemos cuándo comenzó, pero tampoco sabemos si hubo un comienzo.

Una clase puede no tener un nombre, la palabra “class” es una abstracción que solo enuncia que hay algo, algo antes que nada. ¿Cómo diferenciar entonces una clase de otra?
Hubo un tiempo donde lo creado no tenía un nombre.

Supongamos que tenemos una caja que contiene una cantidad de clases sin nombre y se nos pide elegir una.
Si las clases están ordenadas podría elegir la primera, o elegir la que sigue a la primera, si las clases no están ordenadas no tengo forma de elegir. Podría tomar una, pero no estaría eligiendo.

Existen tres singularidades en este caso. Si en la caja no hubiera nada, no hay nada que elegir que es diferente a no poder elegir, si hubiera una sola clase tomo la única que hay, pero tampoco estoy eligiendo, si hubiera un número infinito de clases, aún si es un infinito numerable y elijo la primera, tampoco estoy eligiendo.
Pero la caja también es una clase y por lo tanto el hecho de haber aceptado elegir ya constituye una elección.

Supongamos que la caja contiene clases no ordenadas, las ordenamos a medida que leemos e interpretamos cada clase:

La primera tiene dos caras, ninguna pude escribirse, es amarilla y tenderá al amarillo
La segunda tiene dos caras, ninguna puede escribirse, es verde y tenderá al amarillo
La tercera tiene dos caras, las dos pueden escribirse, es blanca y tenderá al amarillo
La última tiene dos caras, solo una puede escribirse y su color es indefinido

También y en el mismo orden en que hemos leído las clases volvemos a leer e interpretar:

El futuro de la primera es indefinido
El futuro de la segunda está en la mente de Dios
El futuro de la tercera es indefinido
El futuro de la última puede escribirse y llegará a una ciudad, a una calle, a una puerta

Si le pido a cada clase manifestarse en forma de imagen podríamos obtener esto:


La hoja de árbol no son tres palabras, es una sola imagen.

Cuando le pido a una clase manifestarse, no estoy leyendo, soy yo quien escribe y le pide a la clase que lea e interprete lo que he escrito y muestre el resultado de esa interpretación que puede ser imagen o lenguaje Aleph que a su vez debemos interpretar.

Lo que escribimos y leemos está escrito en lenguaje formal Aleph regido por una o varias gramáticas Aleph.

El comienzo de cada clase Aleph no representa, es exactamente igual a aquello que existe en el mundo real. La clase tarjeta postal en el mundo real y la tarjeta postal en Aleph comienzan siendo lo mismo, luego sus destinos se bifurcan. La tarjeta postal duerme en un cajón mientras que la tarjeta postal en Aleph se escribe y se envía o bien ambas se envían al mismo destino o a destinos diferentes.

Si la tarjeta postal está escrita, en el mundo real podemos tomarla, observar la caligrafía, en Aleph solo podemos leerla, pero podemos escribir para pedirle que narre su historia.

Si en cualquiera de las clases Aleph anteriores leemos:

me+;

El operador “+” aplicado sobre estas clases refieren a su otra cara.

En la hoja de un libro lo escrito en una cara no es lo mismo que lo escrito en la otra.
En la imagen de la hoja de árbol, lo que estaba a la izquierda estará a la derecha.
En la postal obtendríamos la cara que puede escribirse.
Para la hoja en blanco nada ha ocurrido.

Cuando pedimos a una clase manifestarse en forma de imagen, tal vez no podamos darle un nombre a esa imagen, eso no quita que no pueda decirse algo de ella.
Hilbert en su programa para la demostración absoluta de consistencia de un sistema formal despoja a los símbolos de su significado. Solo existen un conjunto de símbolos y unas reglas de producción que establecen qué combinaciones de esos símbolos son posibles. De las hileras de símbolos producidos por este sistema puede decirse algo.


En la primera imagen vemos líneas circulares negras una dentro de otra con un fondo amarillo, en la segunda las líneas de ángulos rectos ascienden y descienden y se repiten sobre un fondo rojo.
El significado último de la primera imagen está en la mente de Dios, es el ala de una mariposa. El significado último de la segunda imagen también está en la mente de Dios, es un tejido maya.
En ambos casos su significado dentro de la imagen es indefinido, fuera de la imagen también es indefinido, pero puede ser interpretado.

Esta es mi traducción del haiku de Arakida Moritake:

Una hoja caída
Retorna a su rama
Una mariposa

Otras traducciones no hablan de una hoja caída, hablan de una flor caída.

En la hoja suelta del libro interpretábamos el operador “+” como su otra cara. Si estábamos en la cara representada por el numeral 43, pasábamos a la cara representada por el numeral 44 y viceversa.

La clase libro que contiene a esta hoja utiliza otra gramática, en esta clase el operador + no puede usarse sobre la clase misma sino sobre una propiedad de la clase.

@{grammar: '37898f13-c36a-4f27-95ad-6f507e0ad0d8', interpreter: 37898f13-c36a-4f27-95ad-6f507e0ad0d8}
class
{
}

El arquitecto de la clase declara en un metalenguaje la gramática e intérprete de esa gramática que va a utilizar.
Si dentro la clase leemos:

me.page+;

Lo interpretamos como ir hacia la próxima página del libro y no hacia la otra cara de la hoja. En este caso el operador + indica: Ir a lo que hay inmediatamente después siguiendo el orden del libro.

+me.page;

Indica: Ir a lo que hubo inmediatamente antes siguiendo el orden del libro.

La expresión:

me?([]q(words ['árbol', 'noche']));

Pregunta qué página o páginas del libro contienen las palabras “árbol” y “noche” en ese orden y pide que la respuesta siga el orden del libro, “me” refiere no a una hoja ni a una página, refiere al libro.

me[87].show();


me.page+;

La respuesta será “nothing”, porque la página 87 es la última página de este libro.
“nothing” es una constante en esta gramática y no una constante universal, aquí su interpretación es: para este libro no hay nada después de la página 87, en otra gramática podría ser interpretado de otra forma.

Esta gramática y el intérprete de esta gramática permite esto:

me[43]
.cut()
.leave();

Cortar la página 43 del libro y abandonarla. Ahora tenemos dos clases, el libro al que le falta una página y la hoja de un libro. Pero también se crea una relación entre la hoja y el libro.
Si el libro y la hoja se distancian, la relación permanece. De la misma forma la hoja podría cortar y abandonar una palabra escrita en la hoja.

Ahora la página 43 y 44 no existen para el libro.
Si en la página 42 escribimos:

me.page+;

Podríamos obtener 45, “nothing” u otro símbolo dependiendo del intérprete de la gramática, si fuera “nothing” antes lo interpretábamos como final del libro, ahora debemos reinterpretar la palabra “nothing” pensándola no como final sino como ausencia. Las páginas 43 y 44 del libro están ausentes y lo que sigue a la página 87 no es final del libro, es ausencia del libro.

Si encontramos la clase hoja y le pedimos que revele su nombre podríamos obtener esto:

{
end: undefined,
time: present,
begin: unknown,
reads: unknown,
calendar: lunar,
places: undefined

}

No hay un nombre, pero el intérprete de la clase nos dice que no sabe cuándo será su final ni si habrá un final. Está en el presente, hubo un comienzo, no sabe si comenzó cuando formaba parte o cuando fue separada del libro, por lo mismo no puede determinar cuántas veces fue leída.
Escucha solo sucesos que ocurran bajo el calendario lunar y no sabe dónde estuvo ni si estuvo en algún lugar.

Sin modificar la gramática, pero reescribiendo el intérprete de la gramática, la clase podría manifestarse así:

{
end: undefined,
time: present,
begin: crescent,
reads: 1,
calendar: lunar,
places: [[-34.551606, -58.465451]]

}

La hoja comenzó en luna creciente, fue leída una vez y está en un lugar declarado en términos de latitud y longitud en ese orden.

Cuando el libro entra en Aleph, el libro en el mundo real y el libro en Aleph son el mismo libro. Existen entonces dos libros que son el mismo libro.
Si uno encuentra el libro en el mundo real y está firmado, es posible saber a qué libro refiere en Aleph, lo contrario no es posible.

Un retorno al pasado es posible a través del recuerdo, en Aleph el pasado es habitable, el comienzo y fin de ese pasado está definido y pueden coexistir muchos pasados yuxtapuestos.
Si ese pasado incluyera al libro antes de cortar la página 43, tendríamos tres libros, el libro en el mundo real, el libro en Aleph al que le falta una página en el presente, y el libro en Aleph al que no le falta ninguna página en el pasado.

Para la página 43 del libro en el pasado, todas las páginas que le siguen son futuro, todas las que le anteceden son pasado. Si en el pasado de Aleph alguien está leyendo la página 44 y en el presente otro está leyendo la página 42 del mismo libro para la página del libro quien está en el pasado, está en su futuro.

En algún momento el libro puede pedirle a la página ausente que retorne al libro, si la hoja decide volver, la hoja volverá a habitar un orden, pero recuerda y podrá narrar su historia. Lo que permite que esto suceda no es el libro ni la hoja, es la relación entre ambas.

Todo en Aleph es clase, el libro es una clase, la hoja es una clase, la propiedad de una clase es también una clase. El tiempo es una clase, el espacio es una clase y en Aleph es posible transformar la clase espacio en clase tiempo.

Si la relación entre clases es también una clase, es posible crear una relación entre dos relaciones. ¿Qué clase de relación podría establecerse entre la relación de la hoja con el libro y la relación entre el intérprete de la gramática de la hoja con el intérprete de la gramática del libro?

Las clases no son porque podamos inferir un nombre o función, no por la forma en que se manifiestan, las clases son a través de la interpretación de las relaciones que establecen.

Este libro en mi mano que ustedes pueden ver no existe como tal, existe porque existen ahora un conjunto de relaciones que le dan existencia.

Dios no narró ni creó materia, creó relaciones que permiten la ilusión de toda existencia.