Tiempo y Orden (III)
Cine
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Resumamos lo expuesto hasta aquí:
Todo orden crea tiempo, existe más de una forma de ordenar, luego, existe más de un tiempo. Al recordar sucesos, reducimos y ordenamos. No importa si existe un orden en el afuera que nosotros odenamos de la misma u otra forma, si no existe ningún orden en el afuera pero nosotros somos capaces de ordenar o existe un orden inmutable en el afuera que nosotros ordenamos parcialmente; en cualquier caso, todo orden crea tiempo, en este sentido, orden y tiempo refieren a lo mismo.
Pensemos el tiempo como un tejido, cada hebra del tejido es tiempo, algunas jamás se cruzan pero permanecen juntas, otras se cruzan, otras no se cruzan pero están superpuestas; el extremo de cada hebra está en el tejido o en su extremo, ahí donde el tejido tiempo deja de existir si bien su forma no ha cesado.
Yo tejo, ustedes tejen y todo tejido va creando una forma, la forma tiempo.
Pero ¿qué forma tiene la forma tiempo?
Si uno pudiera ver o imaginar una forma tiempo, verla o imaginarla perturba la forma.
Podríamos intentar el desarrollo de un modelo matemático que aborde la topología del tiempo, estudiar sus propiedades, algunas de estas propiedades son semejantes a las formas dadas en el espacio, esto es: proporción, equilibrio, extensión, simetría y también sus relaciones: orden, semejanza, inclusión, cercanía, comienzo y final.
Cualquier axioma, cualquier teorema, cualquier orden de símbolos, todo aquello que pueda decirse sobre una forma tiempo cambia la forma. El análisis de esa transformación, lo que cambia y aquello que resiste el cambio es lo que debería proporcionarnos este modelo.
Pero también podríamos pensar que el espacio tal como lo pensamos no existe, es creado a partir de relaciones de tiempo donde la forma tiempo crea la ilusión del espacio.
Dado que por el momento no nos es dada ninguna demostración, ¿cómo podríamos mostrar la formación de una forma tiempo?, ¿cómo podríamos llegar a esa idea y mostrarla?
El arte conceptual pone la idea por encima de la representación. Todos hemos visto alguna vez una escalera, todos hemos visto alguna vez una fotografía, todos hemos leído textos. Si juntamos todo eso y lo ponemos en un orden dentro de un museo, esto es, ponemos una escalera, arriba de la escalera ponemos una fotografía de la escalera y más arriba ponemos un texto que comienza con la palabra museo y desciende hasta la palabra escalera, bueno, eso es una obra conceptual. El texto bien podría ser “museo que desciende hasta la palabra escalera”
El arte conceptual, si es que existe, resulta efímero, ambiguo y sumamente ineficaz, en todo caso, debería prescindir de su ejecución.
El arte cinematográfico es el arte por excelencia donde el tiempo crea la forma. La proyección de una película sigue un orden y hay más de un orden, existe un orden en la escritura de un guion, existe un orden de rodaje, existe un orden en el montaje, existe un orden en una escena, en un movimiento de cámara, en un plano, existe un orden en su interpretación.
Aparece aquí el significado, algo que parecería trascender el orden, pero no, un orden puede crear significado pero también todo significado está ordenado.
El significado es producido por la forma tiempo, el significante también es significado, la multiplicidad de órdenes producen la forma tiempo y su significado.
El significado es producido por la forma tiempo, el significante también es significado, la multiplicidad de órdenes producen la forma tiempo y su significado.
Vamos a comenzar imaginando una historia que nos permita llegar a la idea de la forma tiempo.
Sinopsis
(Comienzo)
(Comienzo)
“...Cavaban y nada más oían;
y no se hicieron sabios ni inventaron un canto
ni imaginaron un lenguaje nuevo.
Cavaban…”
Paul Celan
y no se hicieron sabios ni inventaron un canto
ni imaginaron un lenguaje nuevo.
Cavaban…”
Paul Celan
Año 2023. En la calle Suipacha 521 de la ciudad de Buenos Aires a luz de una lámpara, un librero de edad avanzada observa las páginas de un libro ayudado por un cristal de aumento. El libro contiene anotaciones, diagramas y símbolos.
“Los patrones geométricos eran muy comunes y podían representar ideas abstractas como el orden, el infinito, o la dualidad. Estos patrones también podrían tener un significado cosmológico, simbolizando el universo y su estructura.”
En el año 1890 el filólogo y antropólogo alemán Heinrich Weber llega al Pucará en la Quebrada de Humahuaca provincia de Jujuy donde se decide a excavar.
Encuentra una vasija de barro con símbolos inscriptos en el exterior pero también en el interior de la vasija.
Dos años después, en el valle de Lerma vuelve a excavar y encuentra otra vasija semejante a la hallada en el Pucará, contiene los mismos símbolos en su exterior pero en su interior, entre el primero y último símbolo aparece uno nuevo símbolo y otro en su base semejante en forma a los tres primeros.
Si bien la datación de aquello que ha encontrado es imprecisa, sabe que ambas vasijas están muy separadas en el espacio y en el tiempo. Piensa que esos símbolos pueden referir a una serie de sucesos de acuerdo a un calendario o bien podrían tratarse de una serie de ideogramas.
La revista Archäologischer Anzeiger rechaza su opúsculo y muere a edad temprana abrazado por la fiebre y la locura. En mayo de 1910 aparece su artículo en el libro Investigaciones sobre Arqueología Argentina presentado en el Congreso Internacional de Americanistas.
Año 2024. En el patio del hotel Antiguo Convento en la ciudad de Salta asistimos al encuentro de dos hombres, uno trabaja en el museo colonial de Salta, otro en el museo arqueológico de Tilcara en Jujuy, no se conocen. El jujeño le muestra unos mapas antiguos y unas fotografías de algo que ha llegado a sus manos, se trata de una vasija encontrada por un obrero de la construcción mientras trabajaba en la ampliación del hotel de Turismo.
Ambos conocen la obra de Heinrich Weber y deciden encargar el libro.
Yuri: La que despierta a la vida, la que amanece.
Año 2024. En la librería de Buenos Aires, el librero le pide a su hijo adoptivo Yuri, un joven de veinte años, llevar y entregar el libro en mano en la ciudad de Salta.
Yuri padece dislexia, un retraso en la interpretación de las palabras leídas y escritas además de una dificultad con su memoria a corto plazo.
Maimará quiere decir "El otro año" (Aymara). Turísticamente los guias dicen que Maimará significa "Estrella que Cae"
Yuri llega a la terminal de ómnibus de Salta y camina hasta el hostel donde va a hospedarse. Su habitación es compartida, ahí conoce a Aymara, una joven de su edad ahora desempleada que al otro día parte a Maimará para encontrarse con su tía abuela.
Hasta aquí ya llevamos unos diez o doce minutos de película y no hay nada que nos permita llegar a la idea de la forma tiempo. Sin embargo, en los diálogos aparece esto:
Cuando el librero le encarga a Yuri llevar el libro a Salta que debe entregar en mano le advierte:
Maimará ya sucedió y no debería volver a suceder.
Si sucede un puente, no lo cruces.
Si sucede un puente, no lo cruces.
Observemos que cuando el librero dice: “no debería volver a suceder”, afirma una duda.
Cuando esa noche Yuri y Aymara cenan juntos en el patio del hostel, podemos saber algo más de Yuri y Aymara. Aymara trabajaba en un mina de cobre manejando una retroexcavadora, recuerda una película, algunas escenas de una película, escenas banales de la película que recuerda, el espectador no puede recordarlas porque se trata de esta misma película; en las escenas que recuerda existe cierta semejanza con aquello que ha sucedido, otras que aún no han sucedido pero van a suceder.
En el patio del hostel donde Yuri y Aymara están cenando, en otras dos mesas se encuentra una pareja de turistas alemanes que están revisando un mapa, en la otra, una mujer anciana de rasgos indígenas y muy modesta condición está mostrando aquello que ha tejido. Es decir, tenemos dos grupos de dos personas y un tercer grupo de tres personas.
Se produce un corte de luz, no vemos nada, ahora escuchamos los diálogos de estos tres grupos en el mismo plano sonoro pero desordenados, habla Yuri, habla la turista alemana, responde Aymara, habla la mujer indígena.
Puente que une el pueblo de Tilcara con el parque arqueológico y que no debería cruzarse.
Algo que se repite y desciende de forma horizontal, semejante a una escalera.