La red cubana II
Sabe, hay en un libro un breve relato que cuenta la historia de dos reyes: El rey de Babilonia recibe al rey de Arabia y para burlarse de él lo encierra en un laberinto que proyectaron sus arquitectos. El rey de Arabia no logra salir, implora la ayuda divina y da con la puerta. Sin ningún reproche la hace saber al rey de Babilonia que él también tiene en Arabia un laberinto.
Cuando el rey de Arabia arrasa Babilonia y hace prisionero al rey, lo amarra a un camello y lo abandona en la mitad del desierto.
Hay en el final una frase que juzgo banal. El autor dice: Donde murió de hambre y de sed. En un desierto se muere primero de sed y como no es posible morirse dos veces nunca se muere de hambre, si la frase no existiera uno podría imaginar que el rey de Babilonia también implora la ayuda divina, sale del desierto y entonces se propone otra tarea, la de construir un laberinto que abarque el mundo.
La gloria sea con aquél que no muere. Con esa frase termina el relato.
¿Qué le parece?
¿No va a decir nada?, ¿acaso esperamos algo o a alguien?
Sabe cuál es el dicho más popular en Cuba, no es: Yo soy un hombre sincero de donde crece la palma. Es: La puta circunstancia del agua por todas partes.
Lo dijo Virgilio Piñera, claro que usted no sabe nada de literatura cubana, es solo un inspector de policía. Lo cierto es a que Piñera luego de la revolución lo marginaron por completo ¿por qué?, por haber escrito el ensayo: El secreto de Kafka, por su amistad con Gombrowicz, por sus diferencias ideológicas ¿o por ser marica?
Creo que ustedes se equivocan en sus métodos.
Si yo fuera Fidel mañana cierro las fronteras, pongo a todos los turistas sobre el malecón, los fusilo y digo: cubanos, se acabó la fiesta, ahora a trabajar.
El turismo ha arruinado este país. Los peores son los italianos, gritones, maleducados, no dejan propina.
Aunque ahora que lo pienso no va a servir de nada porque dentro de veinte años una guía de turismo va a indicar a un grupo de franceses, alemanes, italianos: Aquí se fusilaron a franceses, alemanes, italianos y ellos van a sacar sus modernas cámaras y van a fotografiarlo todo.
Detective. Conde me dijo ¿no?, ¿de qué se me acusa?, ni siquiera sé por qué me detuvieron y me trajeron aquí, ni siquiera sé dónde es aquí, ¿es esto El Vedado?, ¿La Habana Centro?, ¿dónde estamos?
El detective no dice nada, me deja hablar, hay en la sala yo, la silla que yo ocupo, el detective, la silla que el detective ocupa, una mesa con una grabadora de los años setenta y dos sillas vacías.
Detective, usted sabe que hoy en Cuba vale más un turista que un cubano, si a un turista se le rompe una uña se transforma en una cuestión de estado. Yo soy un turista con doble nacionalidad, tengo pasaporte argentino y pasaporte italiano. Entonces, o me dice qué está pasando, o llama al embajador de mi país, o me regresa ahora mismo al hotel.
Entra en la sala un hombre de unos sesenta años con uniforme militar y atrás una mujer joven también de uniforme. ¿Yamila?
El hombre y la mujer ocupan las sillas vacías, el hombre hace la presentación: Mayor Rangel y la comandante Lauren.
La comandante Lauren es Yamila, ya no viste zapatos de tacón, minifalda, blusa escotada, medias de red y la sonrisa fácil y cautivadora, aunque pienso que el uniforme militar le sienta de maravillas. Me dirige una mirada furtiva, dura y llena de resentimiento.
Luego entra otra persona que deja sobre la mesa una botella de ron añejo y cuatro vasos.
Ahora entiendo que estoy en poder de la temible policía secreta cubana.
Pienso, bueno, mientras hable no van a matarme, pero dirijo mi mirada al detective y digo: Bueno, al menos nadie morirá de sed esta noche.
El detective presiona la tecla REC de la grabadora y comienza el interrogatorio.