Centro de Altos Estudios Aleph

El lenguaje habla sobre lo que se ha dado llamar el referente, el objeto, lo real. Pero muy pronto el referente se pierde de vista y entonces el lenguaje habla sobre el lenguaje que habla del referente. A eso, podríamos llamarlo metalenguaje. Pero no se detiene ahí. Porque bien puede aparecer otro lenguaje o el mismo que habla sobre ese metalenguaje y entonces sería meta metalenguaje y así.

Si la verdad fuera siempre y evidente por sí misma, no habría verdad como palabra o concepto. Porque un símbolo, en este caso la palabra verdad y todo símbolo es creado para establecer lo que Es y al mismo tiempo lo que no Es, no sería necesaria porque la verdad Es y no podría no Ser y no requeriría de un símbolo para diferenciarla de sus opuestos.

La verdad dentro de un sistema formal pude ser definida y en este sentido un juicio es verdadero o falso dentro de ese sistema. Pero cuando uno intenta pensar el mundo como un sistema formal y predicar sobre la realidad y la realidad no puede pensarse inicialmente como definida sino como mera intuición, es ahí donde aparece el problema, un problema creado no por la realidad sino por el lenguaje.

Creo que todo el estudio epistemológico debería comenzar por identificar y enumerar aquello que le es dado a una mente para conocer o mejor dicho para establecer cierta relación con el afuera teniendo en cuenta que muchas de ellas no son evidentes y todas son indemostrables.

Noten que he dicho identificar y enumerar. ¿Acaso no deberíamos comenzar diciendo?: Una mente es capaz de identificar y enumerar. O antes: Una mente es capaz de establecer un comienzo.

Frege en su ensayo “Sobre sentido y referencia” dice:

"La igualdad induce a la reflexión a través de preguntas relacionadas con ella y que no son fáciles de contestar. ¿Es la igualdad una relación?, ¿es una relación entre objetos?, ¿o bien entre nombres o signos de objetos? Esto último es lo que supuse en mi ideografía. Las razones que parecen hablar en favor de ello son las siguientes: a = a y a = b son evidentemente enunciados de diferente valor cognoscitivo: a = a vale a priori y, siguiendo a Kant, puede denominarse analítico, mientras que enunciados de la forma a = b contienen frecuentemente ampliaciones muy valiosas de nuestro conocimiento y no siempre pueden justificarse a priori. El descubrimiento de que cada mañana no se levanta un nuevo sol, sino que siempre es el mismo, fue ciertamente uno de los descubrimientos más trascendentales de la astronomía. Aún ahora, el reconocimiento de un pequeño planeta o de un cometa no es siempre algo evidente. Ahora bien, si en la igualdad quisiéramos ver una relación entre aquello a lo que los nombres "a" y "b" se refieren, no parecería que a = b pudiera ser distinto de a = a, siempre que a = b fuera cierto. Se habría expresado, en tal caso, una relación de una cosa consigo misma, y además una relación tal, que se da en cada cosa respecto de sí misma, pero que ninguna cosa tiene respecto de cualquier otra. Parece que lo que se quiere decir con a = b es que los signos o nombres "a" y "b" se refieren a lo mismo, y por lo tanto en la igualdad se trataría precisamente de estos signos; se afirmaría una relación entre ellos."

En este fragmento quiero destacar tres aspectos, el primero corresponde al lenguaje natural que le permite a Frege decir algo. En este caso para nosotros, el lenguaje castellano actúa como metalenguaje ya que el ensayo fue escrito en alemán y por lo tanto hubo alguien que adaptó los símbolos de un lenguaje a otro de buena fe intentando no cambiar el sentido de lo que quien tradujo a Frege llama sentido y si tradujo bien de lo que Frege llama sentido.

El segundo es la pregunta con la cual inicia: ¿Es la igualdad una relación? Vemos entonces que el discurso no es un tren lanzado a la noche, puede detenerse, retroceder, reflexionar y esta reflexión se da en dos niveles, el lenguaje que reflexiona sobre el referente y el lenguaje que reflexiona sobre el lenguaje (no el objeto sino lo dicho), en ese caso el referente es el propio lenguaje.
Por último, una afirmación que da por hecho que pensar que cada mañana no se levanta un nuevo sol, sino que es siempre el mismo es un descubrimiento. En esto quiero detenerme.

Muchos podrán objetar, primero que no se trata de un descubrimiento se trata más bien de una afirmación en la que uno puede o no estar de acuerdo, para ser rigurosos habría que ver la palabra que empleó Frege en alemán. La segunda es que la proposición puede ser falsa ya que el sol está sometido a un cambio continuo y por lo tanto es igualmente válido afirmar que el sol de hoy es diferente al sol de ayer.
Lo importante para nosotros en el tema que queremos introducir, no es si lo que se afirma es verdadero o falso, es que la mente sea capaz, primero de afirmar, luego, de que dos cosas que se parecen o no, pueden ser pensadas como la misma cosa. En mi opinión, lo primero, la afirmación, no es una facultad de la mente, es una facultad del lenguaje, lo segundo en cambio sí, es facultad de la mente y sin duda algo asombroso sea o no sea verdad.

Otra facultad de la mente es la capacidad de recordar, sin esa facultad este texto podría ser mostrado, pero no leído. Tampoco ninguna experiencia sería posible. De nuevo, no nos interesa aquí los fenómenos físicos o síquicos que operan en la mente y que permiten que el recuerdo sea posible, corresponde al campo de la sicología o la neurociencia preguntarse por qué es posible recordar o bien qué cosas recordamos al regresar de un viaje o despertar de un sueño, por el momento a nosotros nos basta identificar esta capacidad como facultad de la mente.
Otra facultad de la mente es la capacidad de abstracción, inicialmente no se trata de la capacidad de aislar determinadas propiedades de un objeto (el referente) o descubrir sus componentes fundamentales, se trata de reemplazar ese objeto por otro objeto que puede tener poco o nada que ver con el objeto original y con independencia de si este reemplazo es verdadero o falso.

Para los griegos el Sol era el dios Helio, hijo de los titanes Hiperión y Tea y hermano de las diosas Selene y Eos. Un niño dibuja el Sol con un círculo del cual parten tres o cuatro rectas. Para un astrónomo el Sol es una estrella normal de tipo espectral G2.
Pero la abstracción no es solo eso. Pensemos en un símbolo arbitrario, por ejemplo, la palabra “árbol” que uno asocia con el objeto árbol. Pero si la palabra “árbol” carece de referente resulta que el objeto árbol no es este o aquel árbol particular, sino que refiere a todo aquello que sea árbol para un sujeto. En este caso el referente, el objeto, lo real, permanece indefinido y al mismo tiempo definido de alguna forma. Si uno señala y dice: “Esto es un árbol” y otro responde: “Eso no es un árbol, es un arbusto”, esa diferencia no es facultad de la mente, es facultad del lenguaje.

Podríamos ir un poco más lejos y preguntarnos: ¿Cómo es posible que una mente distinga un objeto compuesto de muchos otros objetos como unidad? Porque un árbol no es igual a otro y se presenta de muy diferentes formas. Tampoco es posible definir donde empieza y termina un árbol o una montaña y sin embargo la mente puede acuñar un símbolo y el símbolo se vuelve referencia, ahora el símbolo se ha vuelto más real que lo real y no hay forma de detenerlo. Ahora habla el lenguaje.

Pero antes de abandonar el símbolo que como vimos no es solo la correspondencia entre algo arbitrario y el referente sino de algo arbitrario en relación con algo no definible y es a priori, quiero detenerme en otro símbolo: El número.
El número en cuanto símbolo y no al número en cuanto a proporción o magnitud. ¿Cuál es el referente del número Uno? Ninguna cosa, pero todas las cosas en particular reales o imaginarias pueden ser puestas en relación con este símbolo. Decimos: un sol, un árbol, un sueño de forma que este símbolo parece decirnos simplemente: Hay algo, algo Es, no importa qué sea o de qué forma nos ha sido dado. Representa lo que Es, su esencia, sin revelarnos cuál es su esencia ni la palabra “esencia”.

El símbolo Dos podemos pensarlo como: Hay algo cuyo símbolo es Uno y también hay otra cosa cuyo símbolo también es Uno, pero son dos cosas diferentes aun tratándose de la misma cosa. Pensemos en dos copias fotográficas.
El símbolo Tres en cambio parece decirnos que algo no Es completamente (Uno), tampoco puede ser completamente definido por lo que no Es respecto a una sola cosa, pero Tres también es Uno.

Ahí nos detenemos, pero aún nos queda pensar dos símbolos singulares, el Cero y el Infinito.
Si el Uno como dijimos, nos dice que algo Es, el Cero podríamos pensarlo como aquello que no Es. Sin embargo, esto presenta un problema debido a que si podemos acuñar un símbolo es porque algo Es de alguna forma. Sería mejor pensar el Uno como presencia de algo y el Cero como ausencia de algo. Como se observa, todas estas especulaciones poco tienen que ver con una facultad de la mente sino más bien con una facultad del lenguaje.
La abstracción es un tema sumamente complejo, tal vez el más complejo de todas las facultades de la mente. En este sentido: ¿Es la imaginación una facultad de la mente o es una facultad del lenguaje? Mejor aún, cuando hablamos de facultades de la mente ¿estamos hablando de algo anterior al lenguaje?, o eso que pensamos que existe por fuera del lenguaje queda atrapado en el lenguaje en el mismo momento de ser nombrado.

Supongamos que no, que las facultades de la mente preceden al lenguaje y son el fundamento que hacen posible el lenguaje. Ahora imaginemos que hemos podido enumerar todas sus facultades y queremos establecer un orden, una clasificación, una relación de una facultad con otra. Eso, ¿es facultad de la mente o del lenguaje?
Pensemos en sentido contrario: ¿Puede el lenguaje crear una facultad de la mente? En ese caso el lenguaje crea la facultad y luego la facultad se desprende completamente del lenguaje que la ha creado usando el lenguaje.
Eso es lo que el proyecto Red Aleph propone y el tema que va a ocuparnos.

¿Qué es exactamente lo que proponemos?

Que sea facultad de la mente aceptar que uno no se encuentra en un solo espacio y tiempo definido y percibido como realidad, sino que se encuentra en dos. El primero, el lugar que cada uno ocupa en el mundo real. El segundo, otro espacio y tiempo o el mismo, también en el mundo real pero ahora con un sentido. Si uno afirma: Estoy aquí, porque percibe físicamente estar aquí, ahora podrá decir: Estoy aquí, pero también estoy allá sin que la mente pueda establecer ninguna diferencia exceptuando la del sentido.

Cuando uno lee una novela o asiste a una proyección cinematográfica algo de esto hay: Por ejemplo, la novela del escritor George Simenon “El efecto de la luna” el protagonista se instala en el hotel Central de la ciudad Libreville en Gabon. Que uno crea que el personaje se ha instalado en el hotel Central, que la ciudad de Liberville sea la ciudad de Liberville, que el país Gabon sea el país Gabon, que uno llegue a identificarse o no con el personaje, todo eso es facultad del lenguaje.

Uno puede interrumpir la lectura y retomarla más tarde. La finitud e interrupción como voluntad es lo que distingue a todos estos sistemas simbólicos.

El proyecto Red Aleph propone duplicar el mundo, si el mundo real fue creado por Dios, por varios dioses o por azar y puede no tener ningún sentido, el nuevo mundo igual al mundo será creado por mujeres y hombres y tendrá sentido. Para esto necesitamos contar con un lenguaje formal, el lenguaje Aleph cuyo principal poder está en poder verse a sí mismo, incorporar nuevos símbolos, establecer nuevas relaciones y ser capaz de cambiar su propia gramática.

Hacia eso nos dirigimos.

Referencias:

Gottlob Frege (Sobre sentido y referencia)

Alfred Tarsky (La concepción semántica de la verdad y los fundamentos de la semántica)